LA DIFERENCIA ENTRE EDUCAR Y ENSEÑAR
Aún quedas unos días para relajarnos y coger el curso
escolar próximo con fuerzas. Desde
Singladura os deseamos que paséis una feliz
estancia allá desde donde nos leas. Para finalizar, la última conferencia
dentro del ciclo de la
I Jornada de Expertos Educativos, patrocinada por
Singladura, realizada por José Fernando
Calderero Hernández, decano de la Facultad de Educación en la Universidad
Internacional La Rioja (UNIR).
“No puedo dejar de decir que estoy absolutamente orgulloso
de poder compartir con vosotros los
cimientos de una aventura que –seguro- será un tremendo éxito educativo, porque
sé el trasfondo que hay y sé que aporta una respuesta a lo que demanda la
sociedad. La pregunta que les hago: ¿la educación es lo mismo que la
enseñanza?, ¿son términos equivalentes?, ¿se podrían sustituir el uno por el
otro en un texto?
Hace bastantes años, en el inicio de mi carrera profesional,
vino el padre de un alumno mío a hablar conmigo. Este señor era albañil y me
decía que “como no sé leer, como no tengo letras, yo no puedo educar a mis
hijos”. En ese momento, en mi despacho, di un puñetazo en la mesa y le dije:
“Manolo, no es que no puedas, sino que debes”.
Quizá no le puedas enseñar química, inglés o informática…pero sí que
tienes el derecho -y el deber- de educar a tus hijos, porque tanto tú como tu
mujer sois los principales educadores de vuestros hijos. Vemos así que no es lo
mismo enseñar cómo hacer ecuaciones de segundo grado, o manejar una tableta,
que educar; definitivamente, no es lo mismo. Ahora bien: aunque no es lo mismo
educar que enseñar, son dos realidades completamente inseparables. Uno no puede
educar sin enseñar algo, aunque no sea más que dar un consejo a un alumno, a un
hijo… Hace poco tiempo me contaba un matrimonio de ejecutivos que se quedaron
sorprendidos cuando vieron que su hijo tenía acento colombiano; y esto era así
porque la señora que bañaba al niño, quien le cuidaba y le leía los
cuentos hasta que llegaban los padres
era una señora colombiana que le había estado enseñando, educando. Y lo había
estado haciendo, lógicamente, con su acento. Vemos así que son dos realidades
distintas pero inseparables.
Estamos asistiendo al nacimiento de un colegio. Pero, no nos
engañemos: un colegio no es el auténtico centro educativo, sino que es la
familia (y así lo atestiguan innumerables estudios sociales). Y la familia
influye para bien, y para mal. Nunca un entorno familiar deja de influir en los
niños, ya sea por acción o por omisión, por imitación o por rechazo, por
contraste de ideas.
Otra cuestión interesante dentro de lo que se conoce como
educación personalizada es discernir qué es una “persona”. Un día charlando con
un colega me inquiría en que había que educar a todas las personas. Y yo le
dije que eso era imposible porque uno no puede educar a todas las personas; a lo
que mi compañero me respondía: “claro que no puedes, porque tú no puedes llegar
a todos los habitantes del mundo”. Pero
yo no se lo dije en ese sentido, sino porque hay personas que son “ineducables”. Él me respondió que
mostraba “pocas esperanzas” ante mi afirmación. Sin embargo, yo le expliqué que
había personas a las que no podía plantearme educar; y estas personas son el
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Mi colega exclamó que eso, si acaso, para
los creyentes. Yo sin embargo le aclaré de dónde procede el término persona:
una palabra que nace para resolver un problema de la Santísima Trinidad, y
surge en un contexto cristiano. Pero el concepto persona no es equivalente al
concepto de “ser humano”: todo ser humano es persona, pero no todas las personas
son seres humanos.
Podríamos resumir el concepto de persona en que es un principio de actividad. Una
persona tiene carácter personal y es un principio de actividad, es una persona
que toma decisiones; y esto es muy importante. Un docente tiene que saber cómo
llegar a cada uno de sus alumnos. Estamos habituados a escuchar cosas como
“planes personalizados…”, y no es lo mismo personalizar
que individualizar. La palabra
individuo hace referencia a un elemento de un conjunto. Personalizar es tener
en cuenta el carácter personal, y hay dos características esenciales de la
persona: una de ellas es la singularidad, cada ser humano es único e
irrepetible; tenemos nuestra propia huella dactilar, nuestra idiosincrasia… Y
otra característica esencial de la persona es la apertura, no sólo de lo bueno
y conveniente que es ser bueno, sino ser
solidario con los demás. Y es bueno que esto salga de uno mismo; porque en caso
contrario está impidiendo su propio crecimiento como persona.
Hubo un sello por el que se pagó en una subasta más de
400.000 dólares. Y esto fue así porque a la hora de imprimirlos, uno de ellos
salió al revés. Es, en definitiva, una pieza única. Mi reflexión: ¿alguien se
ha parado a pensar en que cada uno de nosotros somos, como ese sello que se
imprimió boca abajo, una pieza única e irrepetible, y que- por tanto- somos un
tesoro, con una enorme dignidad? No sólo somos miembros de un colectivo. Cada
uno de nosotros, padres, profesores, alumnos,
somos una pieza única y, por tanto, somos un tesoro.
Leyendo la biografía de Steve Jobs, decía que llegó a crear
Apple al cruzarse en la Calle de la Tecnología con Calle de las Humanidades.
Comentando este asunto con mi mujer le comenté que yo creo que no es más que
una sola calle, la calle de la realidad; calle que puede verse con ojos
sociales, ojos económicos, ojos morales… puedo decir con orgullo que en nuestra
facultad de educación, en la UNIR, para los maestros, tenemos una asignatura
troncal denominada Educación para el arte y la belleza, en la que tratamos de enseñar
a despertar el gusto por el arte, la belleza…
¿Es importante saber idiomas? Sin duda; y la tecnología, y
la formación en competencias. Desde la universidad estamos trabajando para que
nuestros alumnos adquieran no sólo teorías, sino habilidades y competencias
profesionales.
En la educación hay que ver el sentido de la moral. Es
decir: ¿sería bueno que un alumno sacase unas notas excelentes y tuviera unas
grandes habilidades si sólo las desarrolla para “hundir” a un compañero suyo,
para que un compañero quede menospreciado? Por ello, los profesores tienen que
vigilar –también- las conductas de los alumnos.
Es importante basarse en los datos, en la experiencia y en
la estadística. Es bueno que los alumnos aprendan de las generaciones pasadas,
pero que den un paso adelante. Hay que educar a la juventud, en definitiva,
para que sean innovadores, emprendedores: que sean ambiciosos. Hay que formar a
los jóvenes para que sean capaces de escribir su propio futuro; y el futuro
(por definición) no se puede escribir.
Hay personas que son capaces de enfrentarse a desafíos, personas que
después de estudiar una carrera universitaria se encontrarán con retos para
aprender cosas nuevas (siempre aprendiendo). Y los profesores tienen que
dedicarse al 100% de los alumnos: tanto a los que están en la media, como a los
más rezagados, los que se sitúan a la cabeza…a todos.
¿Qué tengo que decirle a mi hijo entonces: que destaque, que
obtenga unas notas excelentes, que sobresalga por encima de los demás, o que
sea solidario y que forme parte del colectivo?
Yo creo que la clave
está en la singularidad de cada uno de nosotros, debiendo responder de nuestros
propios actos; y al mismo tiempo somos seres sociales, y para alcanzar nuestro
propio desarrollo tenemos que entregarnos a los demás y ser solidarios”.