En el año 2011, en un foro sobre Educación en CaixaForum de Madrid, un ponente trajo a colación un dato a propósito del fracaso escolar. Cuando nos referimos a estos alumnos que, por equis motivos, repiten curso y/o -en el peor de los casos- abandonan definitivamente sus estudios, la información que se maneja es excesivamente cortoplacista: qué hará el joven, ¿dónde y cuándo trabajará? Pero no, aquí se expuso un dato, certero: el coste del fracaso escolar durante toda la vida de la persona que abandona los estudios; y la cifra -avisamos- no es pequeña.
Un millón de euros. Según el estudio, que un alumno abandonase los estudios en la ESO podría tener un coste económico para el estado de 1.000.000 de euros. Al escuchar la cifra uno -obviamente- piensa ¿pero cómo va a ser posible que un alumno que deje de estudiar pueda suponer una factura al erario público tan ingente? Sin embargo, cuando empezó a desglosar diversas partidas, la cifra no sólo empezaba a «cuadrar», sino que hasta quedaba pequeña. Para que nos demos cuenta de la magnitud, en ese millón de euros se estipulaban las siguientes partidas:
- Esta persona, sin estudios, seguramente tenga que acceder a puestos menos cualificados y -por ende- manuales, lo cual posiblemente hará que enferme más que otras con estudios superiores, de modo que necesitará medicinas y hospitalización con una mayor frecuencia.
- El riesgo de caer en situaciones de pobreza o exclusión social es más elevado en casos de jóvenes que decidan abandonar la escuela.
- Los jóvenes que fracasen escolarmente y abandonen prematuramente los estudios tendrán acceso a una comida de peor calidad, lo cual redundará en ciertos hábitos alimentarios.
- Al no contar con estudios la probabilidad de que esté más tiempo desempleada que trabajando conllevará unos elevados costes de subsidio de desempleo.
- Cada año adicional de escolarización reduce en un 9% la probabilidad de estar en situación de desempleo.
- El abandono temprano del sistema educativo implica una fuerza laboral menos empleable, al estar menos formado y ser -en consecuencia- menos productiva.
- En paralelo, al estar más tiempo en paro, aportará vía impuestos menos dinero que quien consiga enlazar décadas cotizando.
- Además del mero coste personal, el fracaso escolar acarrea un elevado coste personal que incide negativamente sobre su autoestima y el desarrollo de sus capacidades, inquietudes, etc.
De manera más reciente, el Instituto Nacional de Estadística cifra el fracaso escolar en aproximádamente 2350 millones de euros anuales; medido exclusivamente en términos del gasto que implica la escolarización de los estudiantes repetidores…

Como vemos, el fracaso escolar supone un enorme lastre para la economía de un país. El elevado nivel formativo de los individuos que conforman una sociedad contribuye sin duda a crear una sociedad más cohesionada, donde otros costes derivados de la seguridad y criminalidad disminuyen. Además, en sociedades cuyos integrantes cuentan con un elevado nivel de formación, la capacidad de gasto y consumo son mayores, siendo un elemento reactivador de la economía en sus sectores productivos.
Gran parte de la solución a este problema de 1 millón de euros está en la prevención. Como comentó ya en este blog José Ramón Gamo, director general de CADE, Centros especializados en la evaluación y tratamiento de patologías del aprendizaje, el germen del fracaso escolar reside en varios puntos: familia, metodología, docentes… Gamo alude a que «la mayoría de los fracasos escolares se provocan por factores externos al propio alumno, una mala o tardía identificación de los factores de riesgos, una mala intervención y la ausencia de recursos para dar respuesta. El desconocimiento, la falta de motivación y predisposición de los agentes implicados, no solo profesionales, sino también los propios padres, así como el sistema obsoleto que no responde a la demanda y necesidades de los propios alumnos«.

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