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En muchas ocasiones nos hemos referido a la importancia de la felicidad como elemento clave en los resultados educativos de los alumnos. Contactamos desde Singladura con Yurena Ramos Castellano, Maestra de Primaria especialista en Educación Musical y Graduada en Psicología. Ramos, especializada en Mindfulness, Inteligencia Emocional, Disciplina Positiva y en Programación Neurolingüística, trabaja desde hace 5 años en diversos centros educativos de la Comunidad de Madrid así como en formación al profesorado y familias desde su “Educación en Positivo” empleando herramientas y estrategias de la Psicología Cognitiva.
Yurena Ramos, Maestra y Psicóloga, trabaja en el Centro Educativo CEIP JUAN ZARAGÜETA. ¿Por qué es tan importante el positivismo en la educación?
El sistema cognitivo de las personas está preparado para que cuando centramos la atención y el pensamiento en algo concreto aumentamos la percepción y abrimos la mente a ese pensamiento, por lo que al centrarnos en las cosas positivas de los alumnos y reforzarlas hace que sea más probable que el comportamiento se produzca de nuevo en el futuro. Está más que comprobado científicamente que para que un niño haga las cosas bien, no tiene por qué sentirse mal, al contrario, si el niño se siente bien, repetirá la conducta adecuada. Por todo esto, orientarnos hacia las cosas positivas que suceden hace que nuestra percepción sea positiva y vivamos las experiencias diarias desde un prisma más agradable.
¿Qué lleva a que una persona, menores en concreto, centren su foco de atención en cosas negativas?
Tanto en menores como adultos, el cerebro humano está preparado para “sobrevivir” a todo tipo de adversidad y es capaz de crear diferentes procesos neuronales para responder ante cualquier peligro. Muchos autores lo denominan “sesgo de negatividad”, tendemos a tener pensamientos negativos porque viene en nuestra configuración, estamos predeterminados a ello, por lo que hay que hacer un ejercicio diario para poner el foco en lo positivo de una forma consciente.
Con los crecientes casos de acoso escolar (sexting, grooming, etc) hasta agresiones físicas, ¿Cómo se puede trabajar con los menores para orientarles hacia el foco positivo?
Un factor muy importante en el aula es desarrollar la empatía, tener una buena convivencia, un alto grado de cohesión en el grupo, una resolución positiva de conflictos y desarrollar el sentimiento de pertenencia dentro del aula. Esto se consigue mediante el trabajo cooperativo, el desarrollo de la autoridad moral, utilizando la disciplina positiva y por supuesto, realizando actividades de concienciación sobre las consecuencias de ser acosador, víctima y observador y cómo contribuir para acabar con el fenómeno del bullying en todas sus manifestaciones.
Te refieres en tu discurso a Construir frente a Destruir, estar en el mañana o en el ayer. ¿Por qué son importantes los maestros para dirigir a los alumnos hacia el mañana y ayudarles a construir su personalidad?
Los maestros somos un referente muy importante para guiar al alumnado. Nuestro principal objetivo es facilitar el aprendizaje para que el educando consiga una mayor autonomía, este tiene que ser un requisito indispensable de acceso a la era de la información y el conocimiento; conocimiento extraordinariamente cambiante y que por lógica no puede ser abarcado disciplinariamente como lo concibe tradicionalmente la escuela.
Teniendo en cuenta esto, hay que motivar y alentar al alumnado para ayudarles a construir su personalidad, se trata de transitar juntos para aprender a aprender, por lo que es indispensable que el maestro guíe a sus alumnos hacia el mañana.
Neurocientíficos como Jesús Guillén o Francisco Mora ponen el foco en ser felices para conseguir unos mejores resultados en el aula. La felicidad, como un estado, ¿cómo se puede alcanzar? Y, sobre todo, ¿cómo se puede llevar a un alumno a dicho estado si no reúne en su casa o en su familia/entorno/amigos los condicionantes mínimos necesarios?
Sí, estoy totalmente de acuerdo con ambos autores, el cerebro solo aprende cuando hay emoción. La clave está en enseñar cualquier cosa convirtiéndolo en una experiencia interesante y emocionante y el maestro colabora en este proceso de manera esencial. La felicidad es el estado de ánimo de una persona que se siente plenamente satisfecha por disfrutar de algo bueno. Teniendo en cuenta esto, aunque en su entorno existan los condicionantes mínimos necesarios para alcanzar el bienestar, el alumno puede compensar dichas carencias si el docente consigue conectar con las emociones de su alumnado.
Educar en positivo suena francamente bien pero… ¿transmiten los docentes ese positivismo real? Es decir, ¿están hoy día los profesores volcados en cuerpo y alma a la educación o hay cierto hastío al ver que no salen las cosas como ellos quisieran?
Debo decir que llevo catorce cursos escolares dedicada a mi preciosa profesión y he coincidido con increíbles profesionales que se desviven por su alumnado y se dejan la piel en ello. En la docencia y en la vida, cada día es un nuevo comienzo, una nueva oportunidad para probar y fallar, actuar diferente, insistir en el intento, caernos y volvernos a levantar…
Uno de los objetivos fundamentales de “Educar en Positivo” es que hay que poner el foco en lo que te ha funcionado, te ha servido, te ha salido bien y continuar por ese camino. Ahí está la importancia de cambiar el foco y considerar los fallos como aprendizajes necesarios para alcanzar el éxito y no abandonar durante el proceso.
La metodología educativa de hace medio siglo se podría resumir en “la letra, con sangre entra”: Tu lema es “educar en positivo”. Explícanos las bases de tu metodología.
Mi metodología está basada en utilizar herramientas de la Psicología Cognitiva, técnicas de Programación Neurolingüística, estrategias de estudio originales, utilizar la resolución positiva de conflictos, así como la mediación, el aprendizaje de habilidades sociales a la hora de comunicarnos y desarrollar la Inteligencia Emocional para mejorar el rendimiento académico y el desarrollo integral del alumno. También utilizo metodologías innovadoras, mindfulness en el aula, el cambio de roles en grupos cooperativos e incorporo las nuevas tecnologías en el proceso. Este auténtico cóctel, junto con toda la ilusión del mundo, hace que cada día entre en el aula con mi mochila llena de motivación para repartir entre mis alumnos.
Por cierto, otro aspecto -clave- que ha cambiado en la educación son los modelos pedagógicos. Hoy día, los entornos colaborativos están cogiendo mucha fuerza respecto a modelos “clásicos”. ¿Qué ofrece de diferencial el modelo colaborativo frente a un proyecto típico?
El mundo se está transformando, pero el sistema educativo no ha cambiado desde el siglo XIX, hoy en día al alumnado les interesan otras cosas diferentes de las que les interesaban a nuestros padres, abuelos… El sistema educativo actual debe basarse en un modelo asociativo, estableciendo alianzas entre el alumnado y el profesorado. El papel del maestro debe ser el de preparar a los alumnos para el futuro, para que descubran su talento. La escuela forma a profesionales, pero sobre todo a ciudadanos que puedan participar, de manera activa en el progreso de la comunidad a la que pertenecen. Por todo ello los entornos colaborativos están cogiendo mucha fuerza, como bien dices, respecto a los modelos “típicos”.
La disposición de las aulas también está empezando a cambiar. Se pasa de un profesor sentado en un escabel o palestra y dar su clase magistral a caminar entre los alumnos y hacer una clase -comunicativamente- más bidireccional. ¿Cómo afecta esa cercanía del docente hacia los alumnos en el rendimiento escolar?
La cercanía del profesor mejora el rendimiento. Hay multitud de estudios que demuestran que trabajar individualmente aumenta la competitividad en el alumnado y trabajar en grupos cooperativos fomenta la inclusión, mejora el buen clima en el aula y hay una mejoría considerable en el rendimiento académico.
En consideración con esto, el papel del profesor es ayudar al alumno, estos quieren ver al profesor como alguien cercano, más accesible, en un proceso presidido por la complicidad entre ambas partes, decididas a colaborar para mejorar en el día a día. Por lo que la clase debe ser un lugar apasionante, donde se promueva la enseñanza recíproca, donde los alumnos aprendan de sus compañeros y el profesor aprenda de la clase y la clase del profesor, como bien comentas, de una forma bidireccional.
Evaluación continua. ¿Realmente se está midiendo a través de unos exámenes en determinadas fechas el conocimiento de los alumnos en esas asignaturas? Esto es, ¿no llevan los niños en determinados momentos demasiada presión?
Yo tengo una opinión muy particular en cuanto a las evaluaciones, las calificaciones y los exámenes. Considero que un simple número no refleja la realidad de todo el trabajo realizado desde que comienza el curso hasta que acaba. Hay miles de vivencias en el aula, en el colegio y en la vida, conocimientos adquiridos, habilidades, actitudes, pensamientos, procesos… como para simplificarlo todo en calificaciones cuantitativas, en un simple número. El sistema educativo está organizado de esta manera, pero yo prefiero las calificaciones cualitativas y mis alumnos lo saben. Los exámenes nos los tomamos como entrenamientos para la vida y para aprender a manejar el estrés, la presión que suponen y las circunstancias adversas que pudieran suceder en el futuro, pero yo les hago saber, alumno por alumno, cuáles son sus verdaderas calificaciones cualitativas.
Hablemos de PISA… Miden las habilidades de nuestros alumnos por unas pruebas concretas. ¿Seríamos más exitosos si todos los docentes siguiésemos un camino más positivo?
La verdad es que estas pruebas, como bien dices, pretenden medir algunas de las habilidades de los estudiantes en unos días concretos, pero hay muchas variables que realmente no se pueden controlar en el proceso. Para que realmente sea un estudio probado científicamente y que los resultados sean fiables al cien por cien, hay miles de factores que no se reflejan ni contemplan, como, por ejemplo: la mejoría personal de cada alumno y las circunstancias personales del día en el que se pasan las pruebas.
Es un mero trámite que hay que vivir y tomarlo como una experiencia más en nuestras vidas. Hay que preparar a los menores para una integración a la vida adulta y este es un proceso más que hay que pasar y tomárnoslo como un nuevo aprendizaje.
Y en poco más de un mes otro curso que finaliza, momento que muchos padres aprovechan o utilizan para comprarles a sus hijos un regalo considerable si han obtenido buenas notas. ¿Recomienda que una familia compre un regalo porque sus hijos saquen buenas notas o -por el contrario- es la obligación de ellos (de los alumnos) estudiar?
En cuanto a los regalos por sacar buenas notas, si realmente preguntásemos a los niños, qué les gustaría tener, muchos responderían que simplemente quieren pasar más tiempo con sus padres. Yo me replantearía esta situación y en vez de recompensar con cosas materiales, plantearía actividades en familia y tiempo de calidad con ellos, sin prisas, sin tablet, sin teléfonos móviles, sin nuevas tecnologías… De esta manera los niños desarrollarían su motivación de logro, la cual es una fuerza interior que empuja a cada persona a aprovechar al máximo sus potenciales innatos, entrenarlos y desarrollarlos de tal forma que puedan conseguir lo que se propongan de forma intrínseca, no mediante la motivación extrínseca, que es la consecución de un regalo material.
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