Terminamos otro curso académico y nos reunimos con Alicia Tojeiro Ríos, una profesional que obtuvo hace tan sólo dos años el galardón como Mejor docente de España según la institución EducaAbanca. Podemos decir de ella que enseña “como se debe”: predicando con el ejemplo. Por eso pensó que lo mejor que podía hacer con su premio fue donarlo a una causa justa (un Asociación benéfica contra el maltrato animal) para que sus alumnos entendieran cómo hay que actuar en la vida en un futuro.
Alicia, cuéntanos cómo es un día a día tuyo, descríbenos cómo das clase en tu colegio….
Me atrevería a decir que nunca hay un día “normal” dentro de la clase de un Limpiamundos. Ni sillas orientadas hacia la pizarra, ni alumnos sentados trabajando en silencio en sus libretas mientras escuchan las explicaciones del profesor. No, esto no es lo que me caracteriza. Creo en una escuela donde se aprende haciendo, sintiendo y compartiendo y no es posible hacerlo sin movimiento, permitiéndoles salir del metro cuadrado; ruido, para que hablen y expresen sus pensamientos y emociones, y agrupamientos muy variados a lo largo de la jornada para aprender con y de los demás. La música de la mañana, el doctor corazón, la comisaría de aula, los proyectos aprendizaje-servicio y el humor son algunos de los ingredientes presentes en cada jornada para alcanzar los objetivos del curso.
Alicia, partes de la premisa en que el éxito educativo radica -buena parte- en un equipo formado por el profesorado y las familias.
¿Qué sucede cuando no hay una implicación correcta por parte de éstas (familias divorciadas, pasivas)?
Las familias son un pilar fundamental para poder llegar a la meta marcada en el currículum. Esto nadie lo duda. La colaboración y coordinación familia y escuela se hace esencial. Pero cuando nos enfrentamos a situaciones en las que este factor no se da, el docente debe crear un ambiente de aula cálido, donde los niños estén bien, se sientan aceptados y con confianza para querer seguir viniendo a la escuela y evitar que así se produzca el fracaso y abandono escolar. Nunca olvidemos que nosotros, los docentes, somos en algunas ocasiones el único modelo a seguir del que disponen algunos pequeños. Ofrezcamos pues alternativas ejemplares a las que poder imitar.
¿Qué importancia ocupan las emociones a la hora de enseñar?
Está demostrado que cuánto más emoción se de en el proceso de enseñanza mayor significatividad tendrá ese aprendizaje, es decir más duradero y efectivo para la vida. Por ello, no tiene sentido seguir trabajando en modo expositivo permanentemente dentro de los centros del siglo XXI, si no queremos que lo aprendido dure desde que el profesor lo explica hasta que el alumno lo vuelca en sus exámenes escritos. Que nuestros niños vean la conexión de los contenidos con la vida real, el porqué de aprender o que se permita inventar y desarrollar nuevas ideas a partir de lo aprendido, son la base de la motivación inicial, más allá de la importancia que esto tiene para la sociedad. Si un alumno no se encuentra bien, sea por la razón que sea, será difícil que pueda “escuchar” y retener lo que tiene que aprender; parece obvio, pero se nos olvida en las escuelas.
Que por cierto, fuiste galardonada como Mejor docente en el 2020 y optaste
por donar tus premios a entidades vinculadas en la lucha contra el maltrato animal y el medio ambiente, intereses que tú misma transmites a los menores. ¿Por qué es necesario recalcar y trabajar estos valores?
No puedo entender como nuestros gobiernos pretenden, una y otra vez, organizar los valores en una hora semanal, dentro de una asignatura. Desde el momento en el que entras en clase, el docente transmite con su actitud valores como el respeto, la igualdad de oportunidades, la confianza, la empatía… Los niños nos aprenden. Un maestro debe SER para que ellos SEAN. Por tanto, haber ganado el premio supuso una oportunidad más para mí como docente, una oportunidad para transmitir la importancia de generar una sociedad empática, respetuosa y solidaria. Ser ejemplo.
Si desde la más tierna infancia permitimos que dentro de nuestras paredes se trabajen lecturas, noticias e historias con las que podamos, iniciar la transformación social, ¡¡bienvenidas sean!! Una de ellas fue la historia de Quin, un perro que sufrió maltrato extremo aquí en Galicia y que justo cuando consiguió ser rescatado y adoptado por una familia … se perdió. Esther Rey, de la mano de un gran grupo de personas que colaboraron desinteresadamente en la búsqueda de este animal, consiguieron ser un ejemplo para mostrar en las aulas y luchar contra una lacra que aún a día de hoy sigue bastante extendida, el maltrato a los animales. Los niños son el futuro, nuestro futuro. Y a día de hoy, son ciudadanos del presente. La historia de Quin “ No dejaré de buscarte” se convirtió en un libro solidario hecho con los niños, para que no se nos olviden estas enseñanzas y poder seguir ayudando a estas causas.
Mencionabas en una entrevista la importancia de “no caer en la rutina, buscar nuevos recursos para impresionar”;, algo que Ramón Barrera denominó sorprendizaje. ¿Qué puede hacer un docente para mantener vivo el interés de los niños durante 5 horas?
No se trata de tener que estar todo el día haciendo malabares y cosas prodigiosas para que tus alumnos estén atentos, porque esto, además de irreal, sería imposible. La magia puede estar simplemente en que tú, como docente, no pierdas la ilusión por enseñar. Cuando hay un profesor que ama su trabajo (como en cualquier profesión) acaba contagiando al grupo. Saber conectar con el alumnado, plantear cuestiones y actividades variadas que hagan nacer la curiosidad puede ser suficiente.
En muchos colegios -incluso de Galicia- se ha optado por no meter deberes a los niños en primaria. ¿Deberían llevar los niños deberes a casa? En caso afirmativo, ¿por qué?
Aquí voy a contestar como buena gallega que soy: depende. Hay varios factores como la edad de los alumnos, las características personales… Para mí, los deberes tienen inicialmente dos objetivos claros: el primero, crear un hábito de trabajo desde que son pequeños, porque en la vida pocas cosas hay sin esfuerzo, y el segundo, ayudarles a memorizar aquellos contenidos que se han comprendido en el aula. Ellos pierden sentido cuando es el padre/ madre el que tiene que explicar, cuando es el adulto el que los hace o cuando exigen mucho tiempo por las tardes a los niños. Los niños tienen que moverse, jugar y socializar con otros niños, pero considero que 30 minutos diarios de “digestión” en casa, de lo explicado en clase, son perfectos en cursos altos de primaria…
He leído que tenías citas pintadas en clase. ¿Cómo estimulan a los niños leer esos mensajes?
Sí, así es. Nuestra clase está llena de reflexiones que van surgiendo a lo largo del curso escolar. Oraciones que hemos concluido juntos o que en algún momento hemos necesitado y se han vuelto relevantes para el grupo. Se convierten en nuestra seña de identidad o nuestro salvavidas en momentos puntuales. Aspectos que no debemos olvidar para poder seguir adelante cuando no tenemos tantas fuerzas.
Por cierto, si pudieras quedarte con una de esas citas, ¿cuál sería y por qué?
“Solo pierde el que se rinde”. La vida te va demostrando que, aunque en grandes ocasiones se ve todo muy negro y piensas que no puedes más, el tiempo va guiándote y sí, se puede. Varios ejemplos tengo en mi vida que sirven para mostrar esto. En el plano profesional, sin duda, el más evidente fue el de ser reconocida como Mejor Docente de España de Primaria por los premios EducaAbanca en el año 2020. Llevaba navegando contracorriente casi 20 años de mi vida. Siempre sintiéndome como un pez nadando en sentido opuesto y, sin darme cuenta, esa educación que yo defiendo, pudo ser visible. Encontrarse con otros peces y formar un banco (sigamos con esta metáfora) te hace más fuerte, sin duda.
Un buen profe marca el futuro del niño pero, como de los errores se aprende más, ¿es mejor que te marque un buen profesor o un mal profesor?
Esta es una pregunta muy interesante. De los errores se aprende. “El error es vía de aprendizaje” dice el currículum gallego. Pero cuidado, fallar y aprender no siempre van de la mano. Se puede aprender sin fallar y se puede fallar y no aprender. Un mal profesor (incluso aquel que sabe mucho de su materia) puede cortar el aprendizaje de raíz y también, las ganas de seguir haciéndolo.
El docente tiene que ayudar al alumno a ver ese error NO como un fracaso, sino como una oportunidad de crecimiento personal. Si buscamos soluciones en vez de culpables no acertar empieza a ser útil. Mi conclusión: aprender no duele o para aprender no hay que sufrir.