Hace ya casi 4 años que arrancó este blog y, desde aquel entonces, no hemos parado de señalar que Singladura no sólo vende mobiliario escolar, sino experiencias educativas a través de nuevos modelos pedagógicos basados -principalmente- en la creación de entornos colaborativos. Educación, aprendizaje, docencia…términos cuyas delgadas líneas a veces se solapan y -en muchas ocasiones- son acciones que se mezclan entre la familia y el colegio.
¿Quién no ha oído hablar aquello de “Se educa en casa y se aprende en el colegio”, o “al colegio se va a aprender y de casa deben venir ya educados”? Hace ya mucho tiempo trajimos a este blog esa misma diatriba,a propósito de la diferencia entre educar y enseñar. No en vano, por mucho tiempo que pase, siempre será la eterna discusión sobre cuál debe ser el rol del docente en el centro; el de la familia -en Singladura- lo tenemos claro: educar en unos valores, los que sean. Y, por ende, que los padres busquen un Centro Educativo cuyo proyecto pedagógico se alinee lo más posible con dichos valores.
“La letra, con sangre entra” era el resumen -simplista, y muy probablemente erróneo- del proyecto pedagógico que imperaba en la casi mayoría de Colegios a principios del siglo XX y que, durante años, perduró en el sistema educativo. Era una filosofía donde al alumno no se le daba más opciones que aprender “a golpes” y que -en caso de no tener éxito- muy probablemente alejaba al pupilo de los estudios de manera irremediable empujándole directamente a un mercado laboral con muy pocas alternativas más allá de oficios no cualificados y, por lo general, mal remunerados.
Dar con “la tecla” en la educación de los niños es siempre difícil. No le des todo lo que pida, a veces los niños sólo piden para ver cuánto pueden obtener.
Es importante que los padres estén en una misma sintonía en la educación de sus hijo. |
En este sentido hay un pequeño elenco sobre cómo los padres “educamos”a los hijos, equivocándonos en ciertas ocasiones.
En la imagen superior, este cartel ha estado durante años en una escuela en Arkansas. De modo muy resumido, se instaba a los padres que llevaban al colegio los deberes/meriendas/mochilas/carteras olvidadas de sus hijos para evitar una posible “bronca” del profesor, que salieran del centro. Se trataba de educarles en ser responsables, autónomos e independientes.Si el niño sabe que su padre siempre le sacará del atolladero, lo más probable es que crezca de manera sobre protegida y sin ser responsable de sus propios intereses: ganar autonomía, que es la línea en la que trabajan -por ejemplo- los Colegios Maristas en España en los primeros cursos de primaria.
Pensemos que aquellos padres que actúen sobre protegiendo a sus propios hijos lo único que crearán son “inmaduros y dependientes”. En este sentido no pudo resumir mejor Ellen Hansen Sandseter -investigadora noruega- que “la mejor protección que se puede ofrecer a un niño es dejarle que corra riesgos” (y que se le olvide la merienda, no es peligroso para la salud del niño).
De los padres hiperprotectores a los permisivos. Ningún extremo es bueno. Si los primeros están encima de sus hijos, los segundos harán todo lo posible por evitar el -posible- conflicto. Conclusión: los hijos se convierten en pequeños tiranos. Alicia Banderas, Psicóloga especializada en la conducta de niños y adolescentes respecto a sus progenitores, señala que es un error creer que los padres sean amigos de sus hijos. Banderas apostilla que entre ellos debe haber una línea y que ha de existir un equilibrio entre autoridad (de los padres) y cariño; y donde tan importante ha de ser establecer los límites a tiempo entre ambos. Aquellos padres que no lo hacen, finalmente, convierten a sus hijos en “pequeños tiranos” perdiendo el respeto a sus propios padres y, por extensión, a los docentes.
“Porque lo digo yo“. Es la máxima de aquellos padres que inculcan la educación a sus vástagos desde un punto de vista autoritario. Es la ley donde el más fuerte manda, promoviéndose -por encima de la responsabilidad- la obediencia. Resultado: rebeldía; “si no me dejas hacerlo, lo haré de todas maneras“.
Cada vez más Colegios están optando por promover, no ya sólo desde el proyecto pedagógico del Centro, sino incluso a través de actividades extraescolares, esos “valores” que ayudan a moldear a los alumnos en base a criterios de justicia, igualdad, solidaridad, equidad, etc. Es decir, valores que -la mayoría de las personas- se presumen positivos para la persona en particular y para la sociedad en general. Desde hace algo más de un año en Singladura, nuestro mensaje, sugiere la idea que cualquier estancia es apta para educar, para enseñar, no sólo las aulas: también un gimnasio, un patio, un pasillo; donde los alumnos y los docentes pueden (y deben) convivir con otros (entorno colaborativo).
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