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Dentro de apenas unos días millones de escolares volverán a las aulas. Un nuevo curso se abre ante nosotros con nuevos retos, innovadoras propuestas educativas y una mochila cargada de ilusionantes proyectos con el foco puesto en conseguir los mejores resultados académicos de los alumnos. Y ya no es por una mera cuestión estadística de aparecer en los puestos más elevados de rankings internacionales y/o de pruebas externas tipo PISA; a partir de ahora el objetivo deberá ser lograr la excelencia educativa de los jóvenes por ellos, por su futuro, por lograr esa sociedad mejor y más justa que sólo es posible dotándolos previamente con la mejor educación, con los más altos estándares educativos.
Cómo conseguir esa excelencia, casi con total seguridad, es para la inmensa mayoría de quienes participamos en el proceso educativo la pregunta de oro. Durante los próximos meses vamos a escuchar en numerosos foros educativos la importancia de la educación emocional, una asignatura en la que –de manera progresiva- cada vez más docentes (¡y familias!) se formarán en dicha disciplina. Efectivamente, ¡la neurociencia! Los expertos en la materia apelan a la importancia de educar con “cariño” (con “amor”, se refería Francisco Mora…); que los alumnos se sientan “importantes” y que aprendan valiosas enseñanzas para su vida: desde ganarse (y dar) respeto, aumentar su grado de responsabilidad con aquello que les rodea (ecología, sociedad, etc.).
Este curso -que se encuentra ya en la parrilla de salida- va a ofrecer a los estudiantes gallegos el Bachillerato de Excelencia en Ciencias y Tecnologías (conocido como STEMbach). Se trata de un Bachillerato orientado netamente hacia la Universidad, que conecte con mayor rapidez con el estilo de vida educativo propio de la Universidad, donde los alumnos tendrán que preparar –y defender de manera pública- un proyecto fin de grado tal y como se hace al culminar los estudios superiores universitarios. De manera adicional, los alumnos deberán cursar materias fuera del currículo para profundizar en materias “STEM”, relacionadas con la Ciencia y la Tecnología. Un STEMbach que, curiosamente, está pensado tanto para la modalidad de Humanidades como para la de Ciencias.
Siguiendo con el “aura” universitario, los centros educativos que acojan el STEMbach dispondrán de espacios “maker” orientados a fomentar la creatividad del alumnado bajo la máxima de aprender haciendo.
Hace 2 años abríamos septiembre con un post donde nos referíamos al arranque de la nueva asignatura de “Programación y Comunicaciones”, con un importante espacio reservado para la robótica. Ésta, lejos de disminuir su importancia e interés, ha crecido. Sólo en Galicia el número de aulas de robótica -directamente- se duplican con más de 70 Clubs de Ciencias. Quizás una de las connotaciones de que la tecnología ya está aquí -y vive entre y con nosotros- es que hemos ido desterrando el calificativo de “nuevas” para referirnos a ella, a la tecnología.
Esperamos que este curso 2018/19 –el cual está a punto de lanzarse- consiga la máxima cantidad de objetivos propuestos por directores y equipos directivos, en pos de los mejores resultados académicos de los alumnos; y que éstos sean felices aprendiendo y descubriendo nuevos contenidos educativos que les ayuden a conformar esa sociedad más justa y mejor preparada que citábamos al inicio. ¡A por ello!
Curro Ortega.
Director General de Singladura
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