Hablar de Finlandia –en términos educativos- es referirnos a uno de los países con uno de los mejores sistemas, donde los alumnos consiguen una de las mejores puntuaciones en las pruebas externas tipo PISA. Obviamente no es el único que -a través de un exitoso sistema educativo- consigue colocarse, por méritos propios, en los vagones de cabeza de la educación. Otros países cuentan con unos modelos educativos sumamente sorprendentes, deduciéndose unos fantásticos resultados. Resultará curioso al lector cómo cada uno de estos países incide en determinados aspectos, muy concretos, (algunos de ellos, incluso, hasta opuestos) que no se repiten en otros. ¿Empezamos?
La primera parada de este tour alrededor del mundo buscando la excelencia en la educación es Finlandia. El nórdico país compatibiliza dos características: su alta exigencia al alumnado pero sin extenuar (por tiempo) a los alumnos; de hecho los estudiantes sólo pasan 5 horas (aproximadamente) en la escuela y no tienen por qué realizar tareas en la casa (¿les suena de algo?). A cambio el currículo finés basa su éxito en un aprendizaje basado en experiencia, rodeados de una gran cantidad de actividades extracurriculares que ayudan/apoyan para una mejor comprensión de la materia. El modelo finlandés fomenta y busca los entornos colaborativos de los alumnos situándose la escuela como eje vertebral de la vida del barrio. Puedes ver más aquí, en esta entrevista a una profesora del Colegio Marista El Pilar de Vigo, en una visita a un colegio finlandés.
Desde hace 6 años, el país de los tulipanes implantó un modelo educativo creado –ni más ni menos- por Steve Jobs donde el núcleo del aprendizaje es (obviamente) el alumno, siendo éste quien establece sus propias metas, guiado (también, obviamente) por el maestro/tutor. El modelo educativo holandés se basa -como el finés- en entornos colaborativos, y donde la tecnología (de la mano de Jobs, no podía ser de otra manera) adquiere un valor especial. Los alumnos se imbuyen de contenido multimedia e interactivo donde, por un lado, se enriquezca su proceso educativo individual y, por otro, adquieran habilidades para facilitar la comunicación con terceras personas.
Cruzando el charco llegamos a Canadá. Ya hablamos aquí, hace años, a propósito del creciente interés de numerosos colegios españoles por incorporar el currículo canadiense. No en vano, está catalogado como uno de los más interesantes a tenor de distintas cualidades.
El francófono país pone el foco en su modelo educativo para que los futuros alumnos dispongan de todas las facilidades para dedicarse a la investigación en cualquier área, ya sea tecnología como la ganadería, contando con un generoso respaldo tanto de sociedades privadas como públicas.
El sistema educativo de Canadá destierra la idea de tener que memorizar contenidos y se centra en aplicar –por la práctica- lo aprendido. Algunos de los hitos que empujan a Canadá -como uno de los 10 mejores países del mundo para estudiar- son cómo los docentes enseñan conceptos básicos como la igualdad de las personas en la sociedad, potenciando el pensamiento crítico de los alumnos y la capacidad de interactuar con respeto.
Saltamos de Canadá a Asia y aterrizamos en Corea del Sur. Si al hablar del finés aludíamos a cierta flexibilidad para con los estudiantes, en Corea del Sur los pupilos deberán esforzarse prácticamente 24×7. Parte del éxito de su sistema educativo radica en la cultura del esfuerzo de sus habitantes, inculcado incluso en etapas iniciales. De hecho, un estudiante surcoreano podrá dedicar hasta 12 horas diarias –entre el colegio y el hogar- para asimilar nuevos conceptos. El país ejerce una gran presión hacia los padres donde se señala que «el éxito no es cuestión de talento, sino de esfuerzo y trabajo duro». Quizás no sea casualidad que sus estudiantes destaquen con unos excelentes resultados en las pruebas internacionales, mostrando una gran fortaleza en su capacidad analítica.
La elevada inversión en tecnología efectuada por el país nipón ha encumbrado a su modelo educativo como uno de los más eficientes. Caracterizados por su meticulosidad, Japón cuenta con un currículo académico 100% estandarizado lo cual permite una igualdad absoluta entre todos sus estudiantes, al margen de cuál sea la institución educativa donde acudan. Al igual que en Corea del Sur, los estudiantes nipones invierten hasta 240 días al año en la escuela; tiempo que se complementa con las personalizadas tutorías llevadas a cabo en los días no hábiles.
La joya de la corona de los sistemas educativos, según acuerdo de los más prestigiosos informes educativos, es el de Singapur. El éxito de su modelo gira en torno al profesor, como pieza clave, formándose constantemente y considerados por la sociedad como profesionales fundamentales para el desarrollo próspero de su país. Así, los docentes imprimen a los alumnos un elevado estándar de exigencia, traduciéndose en sobresalientes calificaciones en PISA en habilidades comocomprensión lectora, matemáticas, ciencias y pensamiento crítico.
Como vemos, diversas opciones para conseguir un mismo fin: diseñar un modelo educativo para que los alumnos sobresalgan en ciertas destrezas; y ya no tanto en habilidades “clásicas” como matemáticas o ciencias. Sino que consigan ser más críticos con la realidad circundante, que cuenten con las habilidades necesarias para diferenciar información de opinión y así puedan forjarse ellos la suya propia.
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