Hay un término que, aunque bastante difundido por muchos sectores, recientemente está llegando al ámbito educativo. Nos referimos al hacker. Su primera connotación refiere al sector tecnológico; y un hacker es aquella persona que es capaz de acceder a un sistema informático a través de los “agujeros de seguridad” que la empresa no ha podido cerrar. Hay quienes se aprovechan de estas vulnerabilidades para efectuar actos delictivos; otros, los hackers denominados “éticos” ponen sobre aviso a los responsables de TI de dichas empresas para alertarlos y así solucionar el problema. De este modo, los hackers, estas personas que pueden modificar un sistema informático, saltan a otras arenas, como la educativa y trabajan para conseguir modificar un sistema, un planning, el educativo. Y -por otro lado- observamos cómo crecen los eventos donde “hackers” se reúnen durante un corto espacio de tiempo para desarrollar una iniciativa, un proyecto: son los hackathon.
Y aquí es donde radica algo especialmente interesante: cómo se despierta poco a poco en los niños un especial interés en cambiar, modificar las pautas de hacer las cosas. En definitiva, un hacker es una persona que desafía y cambia el sistema imperante para que las cosas funcionen de un modo diferente. Quizás uno de los precursores en hackear la educación fue el joven estadounidense Logan LaPlante, un estudiante que -con apenas 13 años- salió de la escuela y él mismo definió que quería aprender, a qué ritmo y qué “materias” serían las importantes…LaPlante optó por aprovechar los recursos que la comunidad -tanto educativa como social (vecinos, amigos)- le ofrecía para construir su propio esquema educativo. En contra de lo que se pueda imaginar, LaPlante integra de manera intensiva muchas áreas del saber (ciencias, matemáticas, literatura, etc.) pero siguiendo un hilo conductor en el aprendizaje de todas sus materias en base a algo que a él le apasiona: el ski. Para ello gran parte de su particular “curriculum educativo” gira en torno a su deporte favorito. Además, él era consciente que tenía que seguir esforzándose en áreas que no le resultaban gratas, como la escritura. En una de sus famosas charlas TED (a la cual fue invitado siendo aún un adolescente) explicaba que en el colegio tenía que escuchar -de manera constante- que tenían que hacer una redacción sobre temas predeterminados (y que, para LaPlante, no eran para nada de su gusto, como las mariposas o las flores del campo). Por ello, él al hackear su propio sistema educativo decidió sobre qué quería escribir, optando por hacerlo por aquellos temas que fueran su pasión: ski, skate, deportes, etc. Percibió de este modo que, al escribir sobre temas más motivacionales, al escribir sobre aquello que le apasionaba, consiguió incrementar su motivación ante muchos retos que, anteriormente, le resultaban casi imposibles.
LaPlante defiende su hackeado “sistema educativo” como más innovador respecto a las escuelas a las que él acudía con anterioridad: “cambié el sistema para que funcionara diferente“, sostiene LaPlante y -ahora, con el paso de los años- estima que pensar de un modo diferente es crucial en la sociedad actual para diferenciarse (positivamente) de las restantes personas. Este “hackschooling” (como él mismo lo definió) le ha permitido obtener un resultado académico más óptimo, más rápido para lograr sus metas y más eficiente (desde el punto de vista académico). Sin embargo, este particular éxito de LaPlante no sólo se centra en este hackeo educativo. LaPlante añade otros condicionantes de especial interés para lograr el éxito académico, como intentar llevar una vida relajada y disfrutar del máximo contacto con la naturaleza y aprovechar cualquier momento para ayudar al prójimo. De especial interés es seguir unas pautas de ejercicio diario y seguir una dieta saludable; cuidar y vigilar las relaciones interpersonales y disponer de un tiempo diario para la participación espiritual o religiosa.
Para LaPlante este hackeo de su propia educación, junto a los otros condicionantes anteriormente enumerados, es lo que le hace feliz al tener en sus manos la facultad de irse descubriendo poco a poco, investigar cómo mejorar para sí mismo; tirar, en definitiva, de su propia creatividad para alcanzar un mayor estado de felicidad al lograr más metas.
Y de las palabras hacker y marathon surge la contracción “hackathon“, un evento donde tanto docentes como alumnos, vecinos y expertos en educación intentan dar soluciones (a través de nuevas respuestas) a los problemas actuales que hoy cuenta la educación: cómo motivar a los alumnos, qué hacer para que un grupo heterogéneo interactúe en mayor grado. De este modo, en apenas una o dos jornadas, un amplio número de personas aportan nuevas ideas para resolver problemas sin resolver en el ámbito educativo o bien dar respuesta a los nuevos desafíos que ofrecen los colegios, la sociedad, etc. O lo que es lo mismo, trabajar de modo cooperativo; algo que desde hace ya varios años Singladura promulga como el camino hacia el éxito educativo