[et_pb_section bb_built=»1″][et_pb_row][et_pb_column type=»4_4″][et_pb_text _builder_version=»3.21.2″ z_index_tablet=»500″]
Estos dos últimos años en Singladura, como especialistas en mobiliario escolar, hemos puesto el foco en dos aspectos que, en Educación, consideramos clave: los espacios y las emociones. Neurocientíficos como Francisco Mora o Jesús Guillén nos han hablado de la importancia de las emociones para enseñar y para aprender; de la importancia que tienen los espacios para que faciliten –y motiven- ese proceso de aprendizaje. Ahora bien, ¿y qué sucede cuando ni los espacios ni las emociones se ponen del lado del maestro? Con este post queremos ofrecer una visión muy especial de unos docentes “particulares”: los profesores que imparten clases a niños en los hospitales.
Especialistas en arquitectura de interiores –y más aún en centros educativos- señalan que “cualquier espacio debe ser diseñado para que sea apto para llevar a cabo el proceso educativo”: bibliotecas, salas de espera, comedor…Técnicamente el profesor debe encontrar en cada rincón un espacio que favorezca el aprendizaje del alumno.
Mora nos recordaba que las emociones juegan un papel crucial: “sólo se aprende aquello que se ama”, nos comentaba hace tiempo en nuestro blog. Sin embargo, hay niños que –por desgracia- se ven obligados a abandonar las aulas –que no los estudios- durante un largo lapso de tiempo debido a una enfermedad. Y aquí es donde entran en acción los profesores de los hospitales. Éstos sí que van a tener que lidiar con emociones a flor de piel. A las preocupaciones lógicas por su edad en niños y/o adolescentes, en este caso hay que sumar delicados estados de salud que –normalmente- interfieren tanto en los estudios como en los resultados académicos. Por otro lado, ahora, el aula tiene que ser la habitación misma donde esté ingresado el niño o –si lo hubiera- un aula donde se junten todos los niños ingresados, de diferentes edades y con ritmos de aprendizaje también distintos; algo que para otros niños resulta una grata experiencia.
![]() |
Niños enfermos atienden las explicaciones de un docente,. (Imagen cedida por cortesía de Redacción Médica) |
Ser profesor en un hospital
La pregunta que muchos se hacen es “cómo”. En la Comunidad de Madrid los docentes que atienden a los chavales que están ingresados en un Hospital (de la seguridad social, pública) son funcionarios de la Administración donde –por un lado- Sanidad pone el espacio (el Hospital) y la Consejería de Educación los docentes. Se trata de formación docente reglada y se siguen los programas curriculares oficiales. Hay que tener en consideración que estos profesores atienden a alumnos que pasan largas estancias en el Hospital para recibir el tratamiento a enfermedades crónicas, y los profesores trabajan con ellos para que sigan al día las clases. De hecho, los centros donde los niños están matriculados tienen la obligación de estar en contacto directo con estos profesores.
Dónde dar clase
Hay hospitales que cuentan ya con aulas para que los niños puedan “ir al colegio”, y allí se juntan niños de diversas edades. Sin embargo, y para evitar trastornos a los menores, en el Hospital La Paz de Madrid, los profesores se acercan hasta las salas de juegos que hay por cada especialidad médica: Hematología, Oncología, Unidad de Quemados, Hemodiálisis, etc.
La asistencia a “clase” obviamente está condicionada por la salud del menor. Por ello, en caso de no poder ir al aula los profesores dan clase en la propia habitación. Esta situación es muy habitual en casos de niños oncológicos pues las defensas las suelen tener muy bajas, estáninmunodeprimidos, y no es recomendable que salgan de la habitación.
La asistencia a esta particular escuela no es obligatoria y los profesores diariamente revisan los partes de alta de nuevos ingresos, visitan al paciente y les animan a que vayan “al cole”. Éstos siempre van a continuar matriculados en su colegio y, desde el Hospital, la idea es que los docentes les ayuden a seguir el contenido curricular, que puedan hacer los deberes y cuenten con profesores de apoyo; e incluso, llegado el caso, que se puedan examinar en el Hospital. Los profesores reciben los exámenes que están haciendo en los colegios donde están matriculados los niños y éstos lo cumplimentan. Una vez hecho el examen los profesores del hospital los devuelven al centro de referencia donde son corregidos.
Determinados tratamientos –los oncológicos mayormente- se reciben en “Hospitales de día”; es decir, el niño no suele estar ingresado más que para recibir el tratamiento de citostáticos pero deben permanecer en casa y evitar concentraciones de personas: sus defensas están bajo mínimos y un simple resfriado puede ser extremadamente perjudicial. Para este tipo de alumnos hay profesores que acuden a los domicilios de los niños para ayudarles en lo que concierna a la materia educativa.
[/et_pb_text][/et_pb_column][/et_pb_row][/et_pb_section]