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A las puertas de la primera evaluación (y también las vacaciones de Navidad, con sus consabidos regalos de Reyes Magos y/o Papa Noel/Santa Claus), mientras los tutores se ufanan en escudriñar cómo ha ido tal alumno en su asignatura se celebran reuniones con los restantes docentes que han impartido clases a sus alumnos. Se trata de dar la nota más justa mediante la evaluación continua. Para ello se emplean varios cortes: exámenes mensuales, controles, kahoot!, así como otras variables: comportamiento en el aula, colaboración con restantes compañeros, participación, etc. Muchos alumnos recibirán de sus padres -gracias a estas notas- un regalo extra por su esfuerzo y dedicación durante el trimestre. Y ahora, aquí va la pregunta del millón: ¿Deben los padres hacer un regalo para compensar el esfuerzo durante todo el trimestre?
Vaya por delante que en Singladura –como expertos en Educación- no queremos posicionarnos en uno u otro sentido. Sólo nos ponemos en contacto con profesionales, psicólogos y educadores, que nos explican su punto de vista. Al tratarse de un asunto tan sumamente personal, obviamente la decisión última radica en cada padre/madre. El “nivel” del obsequio depende, por otro lado, de las posibilidades económicas de cada cual. Seguramente algunos docentes hayan llegado a adivinar que tal o cual alumno ha sido agasajado con un crucero o 4 días en EuroDisney por aprobar con buenas notas; otros –ni con mejor ni peor suerte- o no han tenido obsequios o sólo les han comprado un libro por aprobar. ¿Qué es mejor? ¿Se debe recompensar a un niño por aprobar?
“Para muchos niños, el mejor regalo que pueden recibir es que sus padres les digan que están plenamente orgullosos de ellos”
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Hay familias que aprovechan para comprar la bicicleta porque era necesario y lo iban a comprar de todos modos. En esos casos, cómprela pero es preferible no ligarlo con las notas. |
Si los padres quieren tener un detalle con sus hijos por aprobar el trimestre (o el curso), los expertos en Educación apuntan en la dirección que no debe hacerse ni por costumbre y –ni mucho menos- porque los demás compañeros sí obtienen un regalo fruto de sus notas. En este sentido, los especialistas en educación opinan que es mucho mejor para los niños ofrecerles una atención en el día a día con determinados guiños que refuercen la autoestima del menor.
Si tirásemos de legislación veríamos que la obligatoriedad del menor a estudiar (o al menos de ir al colegio) abarca desde los 3 hasta los 16 años, por ello muchos padres no creen que sea necesario obsequiar a sus hijos por hacer “lo debido”; otros padres (ni con mayor o menor acierto) deciden otorgar un presente fruto del esfuerzo diario. Un nexo de unión de muchos docentes es que si el alumno obtiene unas calificaciones justas, rozando siempre el aprobado, si en determinadas asignaturas consigue notas sobresalientes quizás sí sea positivo reconocer el éxito del alumno, lo cual le insufle más ánimos para visualizar que un mayor esfuerzo tiene una recompensa.
Y hablando de recompensas, estos regalos (obsequios, o como queramos llamarlos) no tienen por qué tener siempre un trasfondo económico: elegir un plan familiar o la cena, quedarse en casa de un amigo o recuperar determinada actividad extraescolar del gusto del alumno puede resultar el mejor acicate para continuar en la senda del estudio.
“Si el niño no recibe de manera sistemática presentes con cada evaluación y –de manera puntual- obtiene un regalo puntual, puede suponer una excelente motivación en sus estudios”
No obstante, si los padres deciden no tener ningún tipo de detalle con su hijo por conseguir unas buenas calificaciones no está ni bien ni mal; se trata de una decisión personal y que debe ser consensuada por ambas partes. Multitud de familias explican a los niños que, así como la responsabilidad de los padres es la de trabajar y conseguir dinero para la manutención del hogar, su responsabilidad (la de los niños) es la de estudiar y esforzarse al máximo para conseguir unas buenas calificaciones, imprescindibles para labrarse el mejor futuro.
Psicólogos especializados en Educación apuntan la poca conveniencia de “amenazar” a los niños ligando un regalo con unas buenas notas. Si el niño no consigue alcanzar ese mínimo sentirá un profundo sentimiento de frustración y le incrementaremos su sensación de fracaso. Además, si el niño aprende que con unas buenas notas tiene que tener un regalo, sí o sí, probablemente lo que entienda es que sus padres tienen la obligatoriedad de comprar algo material indefectiblemente.
“De lo que se trata siempre es de premiar el esfuerzo. Hay niños que no consiguen sacar más que un 6 pero han estudiado al 100%; otros, estudiando sólo al 60%, obtienen un 9. ¿Cuál de los dos sería merecedor de una recompensa?”
Por contrario, si los padres quieren/pueden tener un detalle con su hijo fruto de un buen trimestre/curso académico, los pedagogos instan a que las familias valoren qué puede ser más útil para el niño: una consola de juegos o una bicicleta o bien pasar más tiempo en familia, abrazos o mostrar más atención en el día a día. Mediante este tipo de acciones el niño percibe una gran satisfacción tanto por su trabajo realizado como un gran orgullo para su familia, algo que un bien material nunca podrá aportar al menor. Éste sentirá un tremendo orgullo personal por habérsele reconocido su trabajo y esfuerzo. Si se opta por comprar un regalo –siempre de manera puntual- el niño puede asociar que su esfuerzo ha tenido una recompensa extra, más allá de la aprobación de sus padres. Del mismo modo que un adulto puede recibir una bonificación o bonus por un trabajo bien hecho, puede resultar alentador para el menor para que estudie más a fondo.
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Tel: 91 776 25 70
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