Desde hace bastantes meses venimos advirtiendo a los profesionales del sector educativo del fin de ciclo de una manera de impartir clases, de un modelo educativo que -además de caduco- ha demostrado signos de agotamiento, reflejado en unas calificaciones “muy ajustadas” en los alumnos.. Hoy queremos hablaros de un modelo educativo que está empezando a sonar de manera muy activa en foros educativos, entre docentes y profesionales del sector: la clase invertida (o flipped classroom).
En Singladura -como profesionales de la docencia– nos encanta explicar “el por qué de las cosas”. ¿De dónde viene dicho término? ¿Quién lo acuño por vez primera? Muchas veces conocer el origen de algo nos sirve para entender el futuro. Hace casi una década dos profesores de un Instituto en EEUU descubrieron cómo un software permitía grabar presentaciones en formato Power Point (.ppt). Así, los alumnos que -por cualquier motivo- no hubieran acudido a clase podían acceder a una plataforma educativa y descargarse el temario que les faltase. La idea cuajó fantásticamente bien entre estudiantes y profesores y -de un lado- los docentes se lanzaron a grabar sus clases para colgarlas en Internet como un “podcast” (un formato de audio que, además, puede ser enriquecido con imágenes, etc.). De este modo, estos dos profesores (Jonathan Bergmann y Aaron Sams) percibieron el interés de los alumnos en enseñarlos fuera del aula y emplear el tiempo de clase para trabajar de manera colaborativa así como la revisión de conceptos. Nacía así esa “clase invertida“, donde el alumno recibe en su casa la lección y llega al aula con el ánimo de discutir entre sus propios compañeros y los profesores el temario.
De este modo, el aula invertida promueve que los alumnos aumenten sus competencias en buscar información para ser capaces -posteriormente- de sostener un argumento. Es decir, se anima -e impulsa- a que los estudiantes piensen; no sólo tanto en desarrollar conocimientos sino en saber cómo llegar a una solución a través de distintas vías. Así, se catalogan determinadas habilidades como de “orden inferior” (la asimilación de contenidos); para que -posteriormente- éstos sean compartidos y -lo más importante- discutidos en el aula. De manera más amplia podemos afirmar que, en un proceso formativo de clase invertida, los conocimientos deben adquirirlos los alumnos por diversas vías (una de ellas puede ser a través del profesor, aunque no exclusiva; de lo que se trata es que el alumno indague vías alternativas para alcanzar el conocimiento). Pero lo verdaderamente importante es que el alumno sepa cómo canalizar la información para obtener los datos precisos para -días después- ponerlos en común en el aula.
En Singladura nos dimos cuenta hace muchos meses de ese cambio de modelo educativo. De empaparse de memoria libros y libros a saber pensar y discutir en el aula la información que el alumnado haya sido capaz de “digerir” por diversas vías. Es el aula invertida. En este sentido, la disposición de las aulas es crucial para optimizar el proceso de aprendizaje de una flipped classroom.
Por ello, te invitamos a que puedas conocer en profundidad cómo podemos configurar las aulas para que el proceso de aprendizaje de este nuevo modelo -que viene sin lugar a dudas a quedarse durante muchos años- sea un completo éxito. Contacta con nosotros aquí y te explicaremos detalladamente cómo implantar un aula invertida.
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