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Son las 8:45 de una mañana cualquiera. Apenas faltan 15 minutos para que abran las puertas del colegio y, en sus puertas, se agolpan familias con sus hijos. Hay niños que optan por jugar al clásico “pita”, pilla pilla o bien aprovechan para hacer “unos pases” con el balón. En otro lugar hay niños intercambiándose cromos del último coleccionable. Otra opción para mitigar esos 15 minutos antes de la apertura de puertas, para algunos niños, es ver en el teléfono de su padre unos dibujos animados en youtube; algo inocuo, o no…
Si analizamos esta situación, muy probablemente el niño que está absorto en el teléfono justo antes de entrar en el colegio ya haya tenido otra “mini dosis” de entretenimiento digital en el desayuno; y algo similar sucederá a lo largo del día mientras no se encuentre en clase: por la tarde, de camino a casa, antes de cenar, para dormir…Si lo pensamos detenidamente hay un gran porcentaje de niños que pasan demasiadas horas “enchufados” a diversas fuentes de tecnología: tablet, PC, smartphones, TV, etc.

En el término medio está la virtud
La Aristotélica locución cobra un sentido pleno, en tanto en cuanto no se trata tanto de prohibir a los niños el acceso a las tecnologías como de enseñarles a ocupar su tiempo disponible en otros menesteres. El problema es cuando el uso de las tecnologías nos impiden, o quitan tiempo, hacer otras como la lectura, estar con amigos, estudiar…
De entrada, cada minuto que el niño pasa concentrado viendo un vídeo de Fortnite está autoeliminándose un tiempo de relacionarse con más niños; y no, no vale relacionarse mediante chats con otros niños. Por que, y entre otras cosas, ¿quién puede asegurar a ciencia cierta que son niños quienes están al otro lado y no adultos con oscuras intencionessuplantando la personalidad?
Sin necesidad de culpabilizar a nadie, lo cierto es que tanto familias como docentes somos responsables de orientar a los niños en un consumo correcto de estas tecnologías. Así, en sus primeros 10 años de vida los niños copian las pautas de sus padres; y si la actividad principal de los progenitores es estar con el móvil en la mano, como una extensión de su ser, que nadie se extrañe si el menor se “aisla” en un aparato similar donde acceder a contenidos. Muy en línea de este sentimiento, el Ministerio de Cultura de España emitió este vídeo recordando cuán sencillo es lograr que nuestros hijos adopten hábitos “saludables” de lectura…
Según la publicación THE LANCET, medio de comunicación especializado en salud tanto para la infancia como para la adolescencia, los riesgos de una sobreexposición de tecnología pueden ser más peligrosos de lo que en un principio podamos pensar tanto docentes como padres. THE LANCET hizo un estudio a 4.000 niños con edades comprendidas entre los 8 y los 11 años. Se les preguntó, entre otras cosas, cuánto tiempo empleaban el móvil al día (aunque cuanto menor sea el tiempo mejor, un límite saludable sería un máximo de 2 horas diarias). Según el informe, apenas un 37% de esos 4.000 niños utilizaban menos de 2 horas al día un smartphone. A renglón seguido, el informe avanzaba que aquellos niños que menos tiempo dedicaban a las tecnologías conseguían unos mejores resultados en los test cognitivos, versus aquellos niños que gastaban más de 2 horas/día frente a la pequeña pantalla.
Y no es sólo es menor rendimiento desde el punto de vista cognitivo. También afecta a las relaciones sociales de los menores… Recordemos que cada vez más “cosas” se pueden conectar a Internet; y con ello relacionarse con otras personas: Teléfonos, tabletas, portátiles, televisiones, relojes, consolas de juegos. Todo lo que sea susceptible de poder conectarse a Internet permitirá establecer una relación con otras personas. Ahora bien, se pierde por completo la esencia de la relación humana, de ese “cara a cara”. Los especialistas en psicología infantil recomiendan recuperar y potenciar las relaciones personales. No en vano se empieza a apuntar que hay niños que no saben controlar sus emociones y que sólo parecen felices cuando tienen un dispositivo conectado entre las manos. En este sentido, gran parte de las culpas se cargan en las espaldas de los padres, muchos de los cuales pasan demasiado tiempo mirando su teléfono móvil tanto por ocio como por trabajo, desatendiendo esas necesarias relaciones personales.

Hablamos aquí hace tiempo de lo necesario que esdescansar bien y dormir un mínimo de horas, algo que computa tanto para niños como para adultos: descansar bien es obligatorio para rendir adecuadamente al día siguiente. Muchos niños sin embargo se acuestan con una consola de juegos en la mano. El por qué no es beneficioso que los niños se acuesten con estos artilugios es por su pantalla retroluminiscente, cuya luminosidad impide que el cerebro segregue melatonina, una sustancia que necesitamos para dormir. Y hay más motivos para alejar el teléfono/tablet/consola de la habitación: los led fijos y/o intermitentes que anuncian que el dispositivo se está cargando o bien recibiendo un mensaje. Lo ideal para un descanso pleno es ponerlo a cargar en otra habitación, que en la alcoba no haya ninguna fuente de luz artifical; y sustituir la tablet por un libro de papel o bien una pequeña conversación con los padres respecto a cómo ha ido la jornada, contar las preocupaciones del día a día, etc.
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